El cuerpo de Cristo, la iglesia, debe ser diligente en reconocer a los falsos maestros y por otro lado reconocer cuando una enseñanza es conforme a las escrituras expuestia por verdaderos ministros de la palabra.
Para poder reconocer a los falsos maestros los cristianos debemos conocer y andar en la verdad, crecer en la gracia de Dios y la piedad.